Los miembros del MVC se descubren llamados a comprometerse en la tarea de la evangelización. Nuestra identidad está sellada por la vocación al apostolado, que es centro de la vida y acción del Movimiento.
Dentro de la orientación apostólica general, el MVC se siente llamado a acentuar cinco ámbitos que considera fundamentales: el servicio evangelizador a los jóvenes; el compromiso solidario con los pobres; el anuncio del Evangelio hasta las raíces de la cultura y las culturas; la evangelización, formación y promoción de las familias cristianas; y la defensa de la vida dignidad y derechos de la persona humana.
El servicio evangelizador a los jóvenes constituye un aspecto prioritario de la acción del MVC. En los jóvenes se proyecta no sólo el futuro de los pueblos, sino también su presente, y en un sentido también se edifica la Iglesia. En ellos está la esperanza de un mundo mejor. De su formación en la fe de la Iglesia y de su adhesión a ella, de su amor por la verdad, de la firme solidez de sus convicciones, de su coherencia con justos y rectos valores, y de su conformación al Señor Jesús, depende el futuro de la sociedad.
La perspectiva del MVC se sitúa en una dinámica de encuentro. Teniendo como centro fundamental el encuentro con el Señor Jesús, la conversión y renovación interior son el primer y fundamental paso. Ese encuentro se funda en la gracia recibida —de manera fundamental en la vida sacramental y en la oración— y se fortalece en la experiencia de comunión y en la celebración de la fe en la vida cotidiana. Fruto de esa experiencia de encuentro y de fe vivida brota un impulso que se proyecta hacia los demás en un compromiso apostólico activo y alegre del joven y de la joven, especialmente con los compañeros y amigos. El horizonte universal de la evangelización aparece en forma concreta en las personas que se encuentran cercanas.
El compromiso apostólico evidencia que existen lazos muy íntimos entre evangelización y promoción humana, poniendo ante el horizonte de la vida cristiana la realidad del compromiso solidario y fraterno. El MVC ha hecho propio el programa de liberación reconciliadora que planteó el Papa Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio[5], que lleva a un dinamismo que impulsa a pasar de condiciones de vida menos humanas a condiciones cada vez más humanas, abriendo un horizonte que encuentra su coronación en la plena conformación con el Señor Jesús. De esta manera se descubre una aproximación para promover un auténtico desarrollo integral que genere una sociedad más justa, fraterna, solidaria y reconciliada. Se hará así concreta la dimensión social de la reconciliación que nos ha traído el Señor Jesús.
En ese sentido, atento a los signos de los tiempos, el MVC mira hacia los “nuevos areópagos”, que constituyen un campo de apostolado que espera la presencia de quienes han sido invitados por esa vocación para llevar el mensaje de la fe de la Iglesia hasta los rincones más recónditos de las culturas. Junto a áreas que han merecido tradicionalmente una especial atención —como la educación, el arte, los medios de comunicación—, destaca de cara a los tiempos por venir la atención a las nuevas tecnologías de la información.
“El futuro de la humanidad se fragua en la familia”[6]. En efecto, la familia es el santuario de la vida; y la Iglesia, desde la fe, proclama lo sublime del camino cristiano de la vida matrimonial y la familia.
Desde la visión de la obra reconciliadora del Señor Jesús, la enseñanza de la Iglesia no sólo valora socialmente el amor conyugal que se constituye en familia —que alcanza en el sacramento una dimensión de camino hacia la santidad—, sino que entiende que los cristianos llamados a la vida matrimonial reciben de Dios una vocación que los invita a la perfección humana y cristiana.
La familia es como la primera línea de evangelización y constituye una de las principales áreas de compromiso apostólico del Movimiento. La familia está llamada a ser escuela donde el ser humano aprende a vivir una vida según el designio divino, y como tal es camino de realización y de santidad. El MVC alienta a que la familia se renueve en su fidelidad al Señor Jesús y sea cada vez más un cenáculo de amor, a semejanza de la Familia de Nazaret. Por ello en sus diversos proyectos y servicios acrecienta la conciencia de que sin su fortalecimiento no se podrá edificar la anhelada Civilización del Amor.
Como porción de la Iglesia, que es “signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humana”, los emevecistas se aproximan a la realidad íntegra de la persona, conscientes de que el ser humano fue creado a “imagen y semejanza” de Dios, como leyeron los primeros cristianos y ha sostenido la enseñanza magisterial de la Iglesia, así como la misma reflexión teológica. La dignidad humana es puesta de relieve por el origen de la persona y por su llamado a encontrarse con Dios. Por ello el MVC quiere contribuir a mostrar al mundo la riqueza del Evangelio de la Vida, con la convicción de todo lo que implica señalar que sólo en el Señor Jesús el ser humano encuentra la vida plena.
El MVC ha valorado esta piedad popular descubriendo en ella una manera de vivir la fe en el Señor Jesús y ha tratado por ello de contribuir a su purificación y a su orientación de acuerdo a la fe de la Iglesia y siempre en colaboración con los Pastores.
Otros ámbitos vienen mereciendo un cuidado especial en el servicio del MVC. Cabe destacar entre ellos: la educación —en sus diversos niveles y expresiones—, la atención a la salud —en especial en los sectores populares—, y la promoción del arte y la música como manifestaciones de una esfera muy sensible de la vida humana. Los medios de comunicación, cada vez más importantes en una cultura que algunos llaman “informática”, vienen también mereciendo una muy especial dedicación de miembros del MVC.