Es tu nombre un bello canto a tu bondad,
que se dice dulcemente,
se pronuncia lentamente y
se repite sin cesar.
Que llamado tan gozoso,
que serena melodía es tu nombre pronunciar.
Cómo no decir María
si es tu nombre un bello canto a tu bondad.
En tu seno el mismo verbo se encarnó,
y en tu vientre el cinto de oro
testimonia tu esperanza
y tu pureza en su esplendor.
Si tú, tierna Reina mía,
me conduces y me guías hacia el Reconciliador.
Quién sin ti vivir podría
si en tu seno el mismo verbo se encarnó.
Quién podría resistirse a tu candor
si ante tu mirada tierna,
la soberbia se disuelve
como bruma bajo el sol.
Alegrías y dolores se unen
como blancas flores en torno a tu corazón.
Hoy mi vida se confía,
dolorosa Madre mía,
a tu amor (bis)